No escuchan, pero llevan el ritmo y la música en su corazón. Yessica, Narela, Pamela, Magali y Mariana son parte de Bondi, una compañía de danza dedicada exclusivamente a la formación de niños, jóvenes y adolescentes sordos e hipoacúsicos, en el arte del movimiento. Y en 2017 cumplieron varios de sus sueños: participaron en ShowMatch del musical “Maléfica” junto a la destacada periodista Nancy Pazos, y en “El Ritmo”, el reality para descubrir talentos organizado por canal Quiero (ARTEAR).
Aunque cada una tiene su propia historia personal, comparten la pasión por el baile y lo dejan muy en claro cada vez que se suben a un escenario o se plantan frente al espejo de La Fábrica, una sala de ensayo tradicional del barrio porteño de Villa Crespo, donde todos los sábados se juntan y la convierten en algo especial.
“Siempre me gustó bailar; es toda mi vida”, dice con mucho entusiasmo Yessica, que llegó a Bondi gracias a su mejor amiga. Desde aquel día, hace ya casi dos años, no faltó nunca.
Narela, en cambio, se sumó al grupo a principios de 2017. Aprender distintos estilos de baile es lo que más la cautiva. Emoción y alegría son los sentimientos que la invaden cada vez que realiza un movimiento o aprende una técnica nueva, como si soñara con sus pies.
Los parlantes sobre el piso, el sonido fuerte. Pamela, Magali y Mariana exploran la música, ese atajo a la felicidad, a partir de las vibraciones. Una experiencia muy diferente a la del resto de las personas.
Nilda, mamá de Magali, está orgullosa de su hija. Sus ojos se ponen brillosos cuando la observa. “Siempre le gustó, de chica iba con su hermana Noeli (oyente ella) a una escuela de baile convencional, pero ahora que descubrió Bondi, es mucho más feliz”.
Por la compañía ya han pasado más de medio centenar de chicos sordos. Actualmente cuenta con 21 bailarines, dos intérpretes de lengua de señas que colaboran con la agrupación, y la coordinación de Arnie Herrera Valeta, coreógrafo, Director General de la fundación, y creador del proyecto.
Una experiencia personal lo llevó hasta el lugar donde está hoy.
“Bondi nació gracias a un proyecto universitario, un proyecto de tesis, allá por 2005”, recuerda Arnie, que baila desde los 14 años y se recibió de licenciado en educación especial en su Colombia natal.
Gracias a su constante trabajo logró llevar adelante la iniciativa. Aprendió lengua de señas para poder comunicarse con sus alumnos. El esfuerzo fue grande.
“Inicialmente se buscó un espacio donde se pudiera trabajar con un piso de madera, donde los parlantes pudieran estar en el suelo para que los chicos pudieran tener una mayor recepción de la música, a través de las vibraciones”.
¿Pero cómo lo hace? Arnie fusiona el lenguaje corporal con las señas, para adaptar las técnicas tradiciones que se utilizan con oyentes.
“Se realizan muchos reconocimientos de las vibraciones fuertes y débiles, cómo manejarlas con respecto al movimiento, para que puedan sentirlas, memorizarlas. También vemos las cuentas numéricas y todo aquello que tiene que ver con el espacio y la lateralidad”.
Hoy, ya consolidados, los integrantes de Bondi se animan a mucho más. Además de su participación especial en El Ritmo, en 2018 realizarán una gira por varias universidades de Colombia, y exhibiciones en distintos ámbitos culturales para difundir y expandir esta nueva forma de arte en movimiento.
La señal Quiero Música, por iniciativa de Coco Fernández (gerente de Producción de ARTEAR y director artístico de las señales del Grupo) viene trabajando desde 2014 en el ciclo “Música en mis manos”, producido por Martín Mottroni, en la que artistas de talla nacional e internacional acercan su música a personas sordas, una acción de sensibilidad y concientización en la que los propios músicos y compositores prestan sus manos para interpretar las letras de las canciones en lengua de señas.
Por: Gerardo Gonzalez
Fotos: Juan Marcelo Baiardi
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